De la melancolía de haber nacido, poema
De
la melancolía de haber nacido, poema
"Ahora es igual que los otros,
el
que fue nuestro gran día.
¡Ay!¡Madre
Melancolía!
¡Que
ya no somos nosotros!
Virgilio Dávila
¡Oh! ¡Madre Melancolía!
bendito sea este día,
y la jaqueca que atormenta,
y maldita la agonía
del ser y el estar,
del estar, pero no ser,
y de lo posterior,
del no estar y luego ser.
Estar en la sombra de la nada
en plena vida, y luego ser
en plena sombra del no estar;
ser en la penumbra por la huellas
que se dejaron en el camino
cuando ya no se está en carne propia;
ser porque se haya dejado
algo del Hilo de la Vida
por el laberinto de la existencia
para que algún Teseo se pueda
guiar por el sendero del regreso
en la vuelta del acertijo;
para que la Esfinge,
esa Quimera del enigma del destino,
hable del futuro terror de ser un viejo muerto;
y cuando sea besado por Lílit,
esa diosa sumeria de la muerte,
y como raposa nocturna
me lleve en sus garras
al Mundo de las Sombras;
o que sea cortado el Hilo por
Átropos.
Maldita Madre Melancolía,
maldito fue el día
en que fui un ser consciente,
el día que usé el pensamiento
el día que comenzó el
razonamiento,
el día que noté la existencia
y murió la felicidad.
Ser, ¿qué ser? ¿hacer notar el
haber... ?
Sí, hacer notar el haber nacido,
y que encuentren los retazos
del haraposo Hilo,
y noten quién hubo,
porque morir y pasar al olvido,
hubiese sido mejor...
...el
no haber nacido
El día que fue nuestro, hoy es igual,
¡oh, Madre Melancolía, en tu dolor!
La jaqueca que atormenta sin piedad
nos roba el ser, nos deja un estar fatal.
Así la sombra de la nada es real,
cuando el estar ya no tiene valor,
y el tiempo, un hilo sin ningún color,
nos lleva a un ser sin fin, a un ser final.
La vida en la penumbra se ha de ver
al caminar sobre un camino incierto,
buscando el Hilo que un Teseo ha de seguir.
Para que el eco de uno mismo, un eco muerto,
hable de la esfinge, el futuro cruel,
el miedo a ser, en la memoria, un ser.
¡Maldita, Madre Melancolía cruel!
Maldito el día en que la vida me llegó,
en que la conciencia el pensamiento dio,
y el razonar que me hizo perder la fe.
Esa existencia que la felicidad cegó,
y la agonía, sin ningún consuelo fiel,
ese destino que la muerte nos legó,
cuando la dicha de no ser se nos fue.
¿Qué es ser, si es solo una huella sin sentido?
Si se hace notar, si se hila con prisa,
un harapo que se ha de olvidar.
El mejor sendero hubiese sido el no haber existido,
para no dejar esa huella que avisa
del fantasma que el olvido va a habitar.
fernando josé padilla donfjp fjp
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