El Edén y la sierpe antigua


The document presents a poetic narrative that explores themes of truth, love, war, and redemption through the character of the Dragon, who serves as a guardian of wisdom. It reflects on the human condition, the quest for peace, and the eternal struggle against darkness.

  • The Dragon's Message: The Dragon, representing truth and wisdom, urges humanity to abandon war and embrace love as the key to peace.
  • The Search for Eden: The narrative emphasizes the human soul's desire for an Eden, a place of solace and spiritual fulfillment, amidst chaos and conflict.
  • Justice and Vengeance: The text calls for justice to guide humanity, warning against the destructive nature of vengeance and advocating for love as a lasting companion.
  • Lilith's Deception: Lilith is portrayed as a seductive figure whose actions lead to discord and suffering, representing the darker aspects of desire and ambition.
  • The Fall of Eden: The poem describes the fall from Eden due to betrayal and the ensuing loss of spiritual connection, emphasizing the consequences of misguided choices.
  • The Role of Miguel Arcángel: Miguel Arcángel symbolizes justice and protection, standing against darkness and guiding humanity towards redemption.
  • Redemption and Transformation: The narrative concludes with the possibility of redemption, where even those who fell into darkness can find their way back to love and light.
  • Hope and Renewal: The final verses express hope for humanity's return to an Eden-like state, where love and peace prevail over chaos and fear.

 

El Edén y la sierpe antigua

 

Poeta, escucha, vengo a tu morada,

que la espada no manche la verdad,

que la guerra no sea ya llamada la razón,

ni el amor, fragilidad.

Soy el Dragón, la sierpe que se arrastra,

 que perdió sus alas, su poder,

 mas mi voz, la verdad nunca se gasta,

 y hoy vengo a hacerte comprender.

Que la guerra es un eco de locura,

 que el amor es la llave de la paz,

 y que el alma, en su eterna cordura,

busca un Edén donde hallar solaz.

 

Poeta, escucha, vengo a tu morada,

que la espada no manche la verdad,

que la guerra no sea ya llamada la razón,

ni el amor, fragilidad.

Soy el Dragón, la sierpe que se arrastra,

que perdió sus alas, su poder, mas mi voz,

la verdad nunca se gasta,

y hoy vengo a hacerte comprender.

Que la guerra es un eco de locura,

que el amor es la llave de la paz,

 y que el alma, en su eterna cordura,

busca un Edén donde hallar solaz.

 

Que la espada duerma en su vaina,

que no brille su acero sin razón,

que la guerra, su voz nunca resuene,

en un mundo que anhela la unión.

Que la sangre no manche la memoria,

que la paz sea un canto celestial,

 que la vida florezca en la historia,

 y no un lamento espectral.

Que la justicia sea nuestra guía,

 que la venganza no dicte el final,

que el amor sea nuestra compañía,

y no un recuerdo otoñal.

Músicos, locos, poetas, su destino,

un poco de cada cual, en su afán.

 Los niños, locos, ebrios, su camino,

la verdad desnuda, sin titubear.

Ser loco, libre, su eterno sino,

si la locura se sabe aceptar.

El sabio, un gesto, su falso atino,

con orejas de asno, logra engañar.

La piedra filosofal, su desatino,

 locos la buscan, sin descansar.

El juicio divino, su fino tino,

 a impíos e ignorantes, no ha de revelar.

 

Poeta, escucha, vengo a tu morada,

que la espada no manche la verdad,

que la guerra no sea ya llamada la razón,

ni el amor, fragilidad.

Soy el Dragón, la sierpe que se arrastra,

que perdió sus alas, su poder, mas mi voz,

la verdad nunca se gasta,

 y hoy vengo a hacerte comprender.

Que la guerra es un eco de locura,

que el amor es la llave de la paz,

y que el alma, en su eterna cordura,

busca un Edén donde hallar solaz.

 

Que la espada duerma en su vaina,

que no brille su acero sin razón,

que la guerra, su voz nunca resuene,

 en un mundo que anhela la unión.

Que la sangre no manche la memoria,

que la paz sea un canto celestial,

que la vida florezca en la historia,

y no un lamento espectral.

Que la justicia sea nuestra guía,

 que la venganza no dicte el final,

que el amor sea nuestra compañía,

y no un recuerdo otoñal.

 

Poeta, escucha, vengo a tu morada,

que la espada no manche la verdad,

que la guerra no sea ya llamada la razón,

 ni el amor, fragilidad.

Soy el Dragón, la sierpe que se arrastra,

 que perdió sus alas, su poder, mas mi voz

, la verdad nunca se gasta,

y hoy vengo a hacerte comprender.

Que la guerra es un eco de locura,

que el amor es la llave de la paz,

 y que el alma, en su eterna cordura,

 busca un Edén donde hallar solaz.

Que la espada duerma en su vaina,

que no brille su acero sin razón,

que la guerra, su voz nunca resuene,

en un mundo que anhela la unión.

Que la sangre no manche la memoria,

 que la paz sea un canto celestial,

que la vida florezca en la historia,

y no un lamento espectral.

Que la justicia sea nuestra guía,

que la venganza no dicte el final,

que el amor sea nuestra compañía,

 y no un recuerdo otoñal.

 

Que la espada duerma en su vaina,

su brillo solo en la justicia esté,

que la guerra, su voz nunca resuene,

en un mundo que anhela la fe.

Que la sangre no manche la memoria,

que la paz sea un canto celestial,

que la vida florezca en la historia,

 y no un lamento espectral.

Que la justicia sea nuestra guía,

 que la venganza no dicte el final,

que el amor sea nuestra compañía,

 y no un recuerdo otoñal.

Que la espada, fiel a la justicia,

no se alce en vano, ni en venganza cruel,

 que la paz, su eco siempre persista,

y el amor, su faro de miel.

 

Lilith llegó, su aura seductora,

su hermosura, un lazo de maldad,

 me dijo ser la estrella que ahora mora,

en el alba, con su falsedad.

"Soy Ianna, Ishtar, la luz primera",

 y con su voz, mi alma enredó,

 le di el fruto, la dorada esfera,

y su tercer ojo se abrió.

Corrió al Árbol, su vuelo fue raudo,

 tres rubíes robó, su vil botín,

 y entonces vi, su corazón, un laudo,

 de Erina, furia, y cruel motín.

Con Satán, su alianza consumada,

Fobos y Deimos, su cruel legión,

 Lilith Belona, su alma malvada,

domina el mundo, su perdición.

 

Lilith llegó, su aura seductora,

su hermosura, un lazo de maldad,

 me dijo ser la estrella que ahora mora,

en el alba, con su falsedad.

Soy Ianna, Ishtar, la luz primera",

y con su voz, mi alma enredó,

le di el fruto, la dorada esfera,

y su tercer ojo se abrió.

Corrió al Árbol, su vuelo fue raudo

, tres rubíes robó, su vil botín,

y entonces vi, su corazón, un laudo,

 de Erina, furia, y cruel motín.

Con Satán, su alianza consumada,

 Fobos y Deimos, su cruel legión,

Lilith Belona, su alma malvada,

domina el mundo, su perdición.

 

Su acto, cual sombra en el Edén,

la discordia sembró, su amarga simiente,

el mundo, en sombras, comenzó a caer,

 y la paz, un eco que se ausenta.

Su poder, cual fuego que devora,

 la guerra encendió, su vil pasión,

 la humanidad, su alma ahora llora,

 la furia, su eterna maldición.

 

Mi alma, en llamas, ardió de dolor,

 al ver mi error, mi gran desatino,

 la furia helada, mi interior quebró,

 y el llanto, cual tormenta de granizo.

Juré venganza, mi voz tronó fuerte,

 pero la justicia, mi norte ha de ser,

 la redención, mi alma anhela verte,

y el equilibrio, mi eterno querer.

 

Los rubíes, símbolos de poderío,

 la inmortalidad, su vil botín,

 mas su sabor, amargo y frío,

la paz del alma, su gran motín.

El saber, carga que al alma quema,

 la vida eterna, sin redención,

 su ambición, su cruel diadema,

 y su destino, la desolación.

 

 

El Dragón, guardián del umbral sagrado,

 vio en Eva, el alma que ha de trascender,

el Edén, no solo un jardín labrado,

 sino un puente al espíritu, al poder.

"Prueba tu esencia, tu ser verdadero",

dijo el Dragón, con voz de eternidad,

"el fruto, el saber, el sendero certero,

hacia el mundo de la espiritualidad.

Eva escuchó, su alma en resonancia,

con la verdad que el Dragón le mostró,

el Edén, no un fin, sino una estancia,

donde el espíritu, su vuelo alzó.

 

Mas la traición, su sombra proyectó,

y el Edén, su portal clausuró,

la transición, su curso desvió,

y el mundo, en la materia se hundió.

La culpa, un velo que a todos cubre,

el espíritu, su luz perdió, la humanidad,

 en su dolor descubre, la senda al Edén, que se cerró.

 

El Edén, un estado del ser,

un puente al espíritu, al más allá,

la redención, un renacer

, la reconexión, nuestra verdad.

El Dragón, guía en la travesía,

 su vuelo al norte, la señal,

la luz del espíritu, nuestra valía,

el Edén, nuestro hogar ancestral.

 

El Dragón, guardián del portal secreto,

midió en Eva, el alma que ha de volar,

el Edén, no un jardín, sino un decreto,

 un sendero al espíritu, un lugar.

"Prueba tu esencia, tu luz interna",

 dijo el Dragón, con voz de eternidad,

"el fruto, el saber, la senda eterna,

al mundo del espíritu, la verdad".

Eva escuchó, su ser en resonancia,

con la verdad que el Dragón mostró,

el Edén, no un fin, sino una estancia,

donde el alma, su vuelo emprendió."

 

Mas la traición, su sombra se extendió,

 y el Edén, su portal clausuró, la transición,

 su curso cambió, y el mundo, en la materia se hundió.

La culpa, un velo que a todos cubre, el espíritu,

 su luz perdió, la humanidad,

en su dolor descubre, la senda al Edén, que se cerró.

 

El Edén, un estado del ser profundo,

un puente al espíritu, al más allá,

la redención, un renacer fecundo,

la reconexión, nuestra verdad.

El Dragón, guía en la travesía,

 su vuelo al norte, la señal,

 la luz del espíritu, nuestra valía,

 el Edén, nuestro hogar ancestral.

La esperanza, un faro en la oscuridad,

la fe, un sendero hacia la luz, la redención,

 nuestra gran verdad, el Edén, nuestro eterno cruz.

 

Adán, su alma en sombras debatía,

la duda y el deseo, su prisión,

 ¿obedecer, o a Eva su alegría,

seguir, en esta nueva decisión?

Su mirada, en Eva se perdía, su amor,

un lazo de confusión, ¿la soledad,

o la osadía, de un mundo nuevo, sin restricción?

El fruto, un enigma que le llama,

 la promesa de un saber sin igual,

¿la inocencia, o la eterna llama,

de un conocimiento que hace igual?

Su corazón, en la duda se quiebra,

su mente, en el deseo se perdió,

y al ver a Eva, su alma se entrega,

al fruto prohibido, también cedió.

 

Adán, su alma en sombras se enredó,

la duda y el deseo, su prisión, ¿obedecer,

o el mundo a su favor, nombrar,

dominar, su decisión?

Su mirada, en Eva se posó, su amor,

 un lazo de ambición,

¿la unión divina, o su razón,

 de ser el dueño, su perdición?

El fruto, un símbolo de poder,

la promesa de un dominio sin par,

¿la conexión, o el mundo a someter,

a su voluntad, su singular?

Su corazón, en la duda se quiebra,

su mente, en el deseo se perdió,

y al fruto, su mano soberbia,

la unión sagrada, desvaneció.

"Adán, sus pies la tierra ya sentían,

el Edén, un recuerdo en su dolor,

la libertad, sus miembros ahora ungían,

 mas la unión del alma, su clamor.

Eva, su cuerpo, un templo que adoraba,

su amor, un fuego que ha de arder, mas la conexión,

que en el Edén hallaba, su mente, en sombras ha de ver.

La duda, en su alma aún persiste,

 ¿es el dominio, su destino cruel?

¿o la unión, que en el espíritu existe,

la senda al Edén, su eterno laurel?

Su cuerpo, en Eva, refugio encuentra,

su amor, un lazo que ha de perdurar,

 mas la memoria, que en su alma adentra,

el Edén perdido, ha de añorar.

 

Sombras y carne, su ser dual forjado,

Fobos y Deimos, gemelos del terror,

en la mente humana, su miedo arraigado,

en el mundo físico, su cruel clamor.

Susurros fríos, en la noche oscura,

ilusiones viles, que el alma quiebran,

la paranoia, su eterna tortura,

la violencia, su danza que celebran.

Con manos de sombra, la mente dominan,

con garras de acero, la carne desgarran,

 sus ojos de fuego, almas fulminan,

su risa, un eco que los montes narran.

A Miguel Arcángel, su fuerza desafían,

a Eva, su duda en el alma siembran,

a Adán, sus deseos oscuros guían,

su reino de miedo, jamás se tiemblan.

 

 

Al Dragón, sombras de duda le acechan,

visiones de errores, su alma a quebrar,

"¿Redención? ¡Tu fracaso te asecha!",

 en su mente, susurros a sembrar.

Ilusiones de Lilith, su trampa, tormentas y sombras,

su vuelo a impedir, su misión,

con saña la corrompen, su paz,

con crueldad a destruir.

 

A Lilith, su ambición acrecientan,

venganza y poder, su sed a nutrir,

sus planes, con astucia fomentan,

sus sombras, sus manos a servir.

Sus aliados fieles, su escudo y su espada,

 ilusiones y engaños, su arma letal, su maldad,

en el mundo esparcida, su reino de sombras, su eterno aval.

 

A Satán, su orgullo alimentan,

rebelión y caos, su voz a seguir,

su ira, con saña acrecientan,

su sombra, su trono a erigir.

Sus aliados fieles, su escudo y su espada,

ilusiones y engaños, su arma letal, su maldad,

en el mundo esparcida, su reino de sombras, su eterno aval.

 

A Eva, dudas en su alma siembran,

su misión, con miedo a empañar,

su esperanza, con sombras quiebran,

 su luz, con crueldad a opacar.

Visiones de un futuro sombrío,

 enfermedades y males, su cruel plan,

 su destino, con saña lo impiden,

su paz, con terror a profanar.

 

A Adán, deseos oscuros guían,

egoísmo y poder, su sed a saciar,

 su unión con Eva, con saña minan,

su amor, con discordia a quebrar.

Ilusiones de gloria y grandeza,

animales salvajes, su cruel jugar,

su camino, con saña lo bloquean,

su alma, con sombras a cegar.

 

A Miguel, su autoridad desafían,

sus errores, con saña a recordar,

su poder, con dudas asedian,

 su fe, con terror a quebrar.

Batallas épicas, su lucha sin fin,

 sus aliados, con saña a atacar,

su paz, con crueldad a destruir,

su reino de sombras, su eterno hogar.

 

A los creyentes, dudas siembran,

su fe, con terror a probar, su divinidad,

con sombras quiebran, su amor,

con crueldad a negar.

Visiones de un mundo sin esperanza,

 enfermedades y males, su cruel plan,

su luz, con saña la oscurecen,

su reino de sombras, su eterno afán.

 

Thuban, su luz, un eco del ayer,

cuando el Dragón, su misión cumplía,

su brillo, un recuerdo que ha de arder,

en el alma, que aún se guía.

Su luz, un faro de sabiduría,

que el Dragón, en su error perdió,

su sombra, un eco de rebeldía,

 que el alma en pena, aún no olvidó.

 

Etamin, su luz, promesa de paz,

un nuevo norte, que ha de surgir,

 su brillo, esperanza que jamás,

en el alma del Dragón ha de morir.

Su luz, un faro de redención,

que el Dragón, con anhelo busca alcanzar,

su sombra, un eco de renovación,

que el alma en pena, ha de encontrar.

 

El Dragón, su mirada al cielo alzó,

a Etamin, su luz a seguir, su alma,

en llamas, se transformó,

en la Nueva Estrella, ha de vivir.

Su vuelo, un símbolo de redención,

 su luz, un faro de esperanza y fe,

su nombre, un eco de renovación,

en el cielo, su eterno café.

 

Miguel Arcángel, luz de la justicia,

su espada, un rayo de verdad y fe,

protector del alma, su gran albricia,

 contra el mal, su escudo siempre esté.

Su lucha, un eco en la eternidad,

contra las sombras, su eterno batallar,

su voz, un trueno de la claridad, al mal,

su reino ha de derrocar.

A la humanidad, su fiel amparo,

en la batalla, su guía y su adalid,

su fuerza, un faro, su eterno reparo,

contra el abismo, su eterno lid.

Su espada, fiel a la justicia,

no se alce en vano, ni en venganza cruel,

su paz, su eco siempre persista,

y el amor, su faro de miel.

 

Jesús, su amor, un faro en la noche,

 su sacrificio, la redención final,

su voz, un eco que a la paz derroche,

su luz, la senda celestial.

María, su madre, refugio y abrigo,

 su amor, un manto de protección,

su alma, un faro, su eterno amigo,

su fe, la fuerza de la redención.

Su presencia, un bálsamo en la herida,

su amor, la fuerza que ha de vencer,

su luz, la esperanza que convida,

al alma en pena, a renacer.

 

Miguel, su espada, un lucero al alba,

su luz, la senda de la redención,

con el Dragón, su fuerza se ensalza,

contra la Serpiente, su unión.

La batalla final, su eco resuena,

 la oscuridad, su reino ha de ceder,

 la luz del Edén, de nuevo truena,

la humanidad, ha de renacer.

La carne vencida, el pecado ausente,

el Edén, su puerta ha de abrir,

la paz del alma, su luz presente,

la eternidad, ha de vivir.

 

Y así, la leyenda se ha tejido,

en el tapiz del tiempo y la verdad,

la lucha entre la luz y el olvido,

un eco eterno, en la humanidad.

En cada aurora, el Lucero brilla,

recordando la promesa de la paz,

en cada alma, la esperanza anida,

de un Edén eterno, que jamás se va.

La serpiente, en sombras aún acecha,

la lucha sigue, en cada corazón,

mas la luz del Dragón, siempre cosecha,

la redención, su eterna canción.

 

Y así, la leyenda se ha tejido,

en el tapiz del tiempo y la verdad,

la lucha entre la luz y el olvido,

un eco eterno, en la humanidad.

En cada aurora, el Lucero brilla,

recordando la promesa de la paz,

en cada alma, la esperanza anida,

de un Edén eterno, que jamás se va.

La serpiente, en sombras aún acecha,

la lucha sigue, en cada corazón,

mas la luz del Dragón, siempre cosecha,

 la redención, su eterna canción.

Y el Dragón, su vuelo emprendió,

 a Etamin, su luz a seguir, su alma,

 en llamas, se transformó,

en la Nueva Estrella, ha de vivir.

 

Miguel, su espada, un lucero al alba,

su luz, la senda de la redención,

con el Dragón, su fuerza se ensalza,

contra la Serpiente, su unión.

La batalla final, su eco resuena,

la oscuridad, su reino ha de ceder,

la luz del Edén, de nuevo truena,

la humanidad, ha de renacer.

La carne vencida, el pecado ausente,

el Edén, su puerta ha de abrir,

la paz del alma, su luz presente,

la eternidad, ha de vivir.

Lilith y Satán, trasmutados al fin,

sus corazones, al amor se abrieron,

la redención, su eterno botín,

en la luz del Edén, se fundieron.

 

Un Dragón, antaño guardián del Edén,

 cayó en la trampa de Lilith, su maldad,

 buscando el Norte, su alma también,

Etamin, su luz, su eternidad.

 

Lilith y Satán, su sed de poder,

Fobos y Deimos, su miedo a sembrar,

Eva, esperanza, ha de florecer,

 San Miguel, su espada a desenvainar.

Jesús y María, amor y perdón,

al Dragón, su senda a iluminar,

la batalla final, su redención,

el Edén, de nuevo a brillar.

La luz venció, la oscuridad huyó,

la humanidad, su Edén halló,

el Dragón, su vuelo emprendió,

la redención, su eterno adiós.

 

 

Fernando José Padilla donfjp fjp

 

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