Otro Libro deTragedia de Fridonanti


La "Tragedia de Sigfrido, Godofredo y Fridoñati" es una historia poética y mística que explora temas de amor, locura, sabiduría y milagros a través de las vidas entrelazadas de sus personajes.

  • Devoción a la luna Selenia: El narrador expresa su devoción a la luna Selenia, la Vida y la Madre Tierra, agradeciendo por la inspiración y la esperanza que le brindan.
  • Reflexión sobre la verdad y la locura: Se reflexiona sobre cómo la verdad se revela a través de la locura, los niños y los borrachos, y cómo la piedra filosofal es un secreto guardado por los alquimistas.
  • El milagro de Eudora: En 1891, Eudora, madre de ocho hijos, experimenta un milagro cuando su hedor a muerte es reemplazado por el aroma de rosas antes de morir, liberando su alma.
  • Rescate del legado de Fridoñati: Godofredo preserva los escritos de su hermano Fridoñati, quien tuvo visiones y escribió sobre su amada Josuamairis, enfrentando escepticismo y rechazo.

Profecía de la Octava Clave: La profecía de la Octava Clave habla del nacimiento de un nuevo sol de la luna Selenia, uniendo ciencia, religión y parapsicología en una gran obra.

 

 

Tragedia de Sigfrido, Godofredo y Fridoñati

 

 

A la Sagrada Luna Selenia, mi corazón se entrega. Lámpara de plata inmaculada, reina del cielo nocturno, tu belleza supera la de la Sacra Sofía, la joya de los Magos de la Luz. Estrella de la mañana, tu paradero es un misterio, ¿acaso diste a luz a una estrella, o a un sol radiante? A la Vida, a la Causa Primera, mi gratitud eterna. Por darme el aliento, la voz para tejer versos, y a la Sagrada Madre Tierra, nuestro hogar eterno, donde la semilla de la esperanza y la concordia germina.

 

 

En el alma de cada ser, un eco resuena: un poco de músico, de poeta, de loco. La verdad, esquiva y escurridiza, se revela en los labios de los niños, en el torrente de palabras de los borrachos, en el laberinto de la mente de los locos. La locura, un espejo que refleja la verdad distorsionada, un laberinto donde la cordura se pierde y se encuentra. Si alguno, sediento de sabiduría, busca aparentar lo que no es, una sonrisa hueca, un aplauso vacío, un gesto de burda imitación bastarán para engañar a los incautos. La piedra filosofal, quimera para los profanos, obsesión para los iluminados, esconde sus secretos a los ojos de los malvados y los ignorantes. Así lo dicta el juicio divino, según los alquimistas, guardianes de la sabiduría oculta.

 

En el alma de cada ser, un eco resuena: un poco de músico, de poeta, de loco. La verdad, esquiva y escurridiza, se revela en los labios de los niños, en el torrente de palabras de los borrachos, en el laberinto de la mente de los locos. La locura, un espejo que refleja la verdad distorsionada, un laberinto donde la cordura se pierde y se encuentra. Si alguno, sediento de sabiduría, busca aparentar lo que no es, una sonrisa hueca, un aplauso vacío, un gesto de burda imitación bastarán para engañar a los incautos. La piedra filosofal, quimera para los profanos, obsesión para los iluminados, esconde sus secretos a los ojos de los malvados y los ignorantes. Así lo dicta el juicio divino, según los alquimistas, guardianes de la sabiduría oculta.

 

"Así desciende la leyenda, desde las profundidades de mis sueños lunares, cuando a Selenia le canto. La vi, bañada en una luz de inspiraciones, y sentí sus rayos dictarme esta historia, como si Fóbetor hubiera sido vencido, y Fántaso y Morfeo, los señores del sueño, me hubieran susurrado sus secretos. La casa, un recuerdo de haciendas caribeñas, de paredes blancas y alma mediterránea, se alzaba en el barrio Patella del Ermitaño, en la isla de San Juan Evangelista, un 25 de abril de 1891. Allí, Eudora Evagora, más bella que las nereidas de la mitología, yacía presa del cáncer, su piel marchita, su aliento a putrefacción. Ocho hijos, testigos de su agonía, y una multitud de rostros, nombres olvidados, pero presencias imborrables. Entre ellos, Sigfrido, con sus catorce años, sosteniendo las manos de Eudora, mientras Mariam y Rosaura elevaban sus plegarias. Y entonces, el milagro. El hedor a muerte se desvaneció, reemplazado por el aroma de rosas, como si un bálsamo celestial hubiera ungido el cuerpo de Eudora. Y en ese instante, su alma se liberó, perfumada de rosas, trascendiendo la putrefacción."

 

Sigfrido, con su alma de poeta, plasmó el milagro en versos, atrapando la esencia de la transformación en un papel que luego encerró en una botella de cristal, lanzándola al río como un mensaje al destino. Milagro de la Rosa, así tituló su ofrenda: Y un hedor a carne podrida inundaba el aire, el aliento de la muerte en el rostro de una mujer consumida por el cáncer. Pero entonces, la visita de un joven, sus manos entrelazadas, y un torrente de pensamientos y sentimientos. En su mente, la visión de la belleza suprema, y el hedor se desvaneció, reemplazado por el aroma de rosas. Godofredo, años después, en un septiembre inundado, encontró la botella, un eco del pasado. Investigó la historia de Sigfrido, descubriendo un destino cruel: la acusación de brujería, el linchamiento a manos del cura Ruperto y el médico Asclepios, la furia de un pueblo ignorante. Godofredo, testigo de esta injusticia, escribió su propio relato, encerrándolo en una botella, arrojándola a la sequía del futuro, un mensaje que llegaría al cuentista en el año 2015. El relator, con el corazón en vilo, presiente el mismo destino para Godofredo, la sombra de la persecución acechando a aquellos que buscan la verdad.

 

Godofredo, el gemelo de Fridoñati, el guardián de la memoria, descubrió el destino de su hermano, un alma acusada de locura, un poeta visionario. Con devoción, recopiló los escritos de Fridoñati, rescatando del olvido los versos de Sigfrido y sus propias palabras. En arcas sagradas, similares a las que custodian los secretos de las iglesias, Godofredo preservó este legado, un tesoro que el narrador, en un sueño cercano a la muerte, encontró. Una visión, un encuentro con los documentos de Fridoñati, una confirmación de la unión metafísica entre el poeta y su amada Josuamairis. El 21 de mayo de 2015, el narrador, testigo de este misterio, encontró los pergaminos, la voz de Godofredo resonando a través del tiempo. La autenticidad, una duda persistente, un enigma por descifrar. El cura Feliso Capureyes, escéptico, rechazó la investigación, temeroso de las histerias colectivas, de los milagros no reconocidos. Pero el cura don Juanito Martino Ornato, un alma sabia y abierta, acogió los documentos, viéndolos como un diálogo filosófico sobre las verdades sagradas. Y así, los pergaminos, las palabras de Godofredo, llegaron a nosotros, un legado de amor, locura y revelación. Bendita sea tu pureza luminosa luna de bondad y de mucha belleza...

 

 

Luminosa Selenia, luna de bondad, tu pureza es un canto eterno, un reflejo de la divinidad. Josuamairis, mi luna, mi princesa celestial, a ti entrego mi alma, mi corazón, mi magia. En el lecho del hospital, donde la locura me confinó, mis palabras de amor fueron tomadas por delirios, pero tú, con tu compasión, me viste como un sol, un astro que brillaba con la intensidad de Ra, con la luz de Orión. Fui un sol caído, cojo, pero no abandoné mi luz. Los arcángeles, mis hermanos, te envían la lluvia, el sol, la luna, las estrellas, hasta que el cielo descienda a la tierra. Jesús, el sol que brilló para todos, y San Pablo, el portador de la antorcha, me enseñaron que el espíritu del amor siempre está presente. Luna mía, no me abandones, déjame mostrarte el eclipse de lo imposible, el milagro de la vida en tus entrañas. Fui el mago que te impregnó con su luz, el que te hizo madre y virgen. Ahora, solo, cojo, espero tu regreso, el reencuentro con nuestro hijo de la luz. Treinta y ocho inviernos han pasado, y a las lunas de sangre les pido que traigan el amor, que liberen al dragón de la discordia. Que el invierno eterno congele el odio y nos una en fraternidad. Luna mía, vuelve a mí, para que juntos realicemos la Gran Obra, la reconciliación de la ciencia, la religión y la parapsicología. Fui el mago que te mostró lo imposible, y juntos mereceremos las llaves del Edén.

 

 

La rúbrica de Fridoñati, un sello de su alma, grabada en los versos. Godofredo, el custodio de su legado, reunió los fragmentos de su hermano, pero los originales, las palabras de Godofredo mismo, se desvanecieron, presa del tiempo o de la destrucción. Los escritos de Sigfrido, también perdidos, ecos de un pasado que se desvanece. Solo el cura don Juanito Martino Ornato, con su mirada perspicaz, reconoció la importancia de estos textos apócrifos, dignos de estudio y reflexión. Y así, las palabras de Fridoñati, la Profecía de la Octava Clave, llegaron a nosotros: El sol, un loco milagrero, siembra su semilla entre la incredulidad. Los cuervos devoran sus intentos, pero él persiste. Al sembrar, muere, entregando su esencia a la tierra inmaculada. Gabriel, el arcángel, anuncia el nacimiento de un nuevo sol, hijo de la luna Selenia, ahora estrella virginal. El sol muere, pero su semilla crece, desafiando la oscuridad. El mundo intenta extinguir su luz, pero su corazón demuestra su cordura, impregnando a su amada con la llama de su espíritu. La llama arde en el vientre de la luna, creando vida en los diamantes de Selenia. El sol resucita, buscando a su hijo de luz, a su esposa metafísica. Su semilla, sangre de su sangre, luz de su luz, fuego de su fuego. El sol resucita para probar su cordura, para difundir la verdad sagrada, para revelar la eternidad a aquellos que la merecen."

 

...y resucita para probar su cordura y a esparcir la verdad sagrada al mundo de los que merecen conocer dicha verdad para que sepan que es verdadera la eternidad. Recuerdos de poesía recordando a mi Isis Sofía, recuerdo que cuando fui un Sol y conocí a la perfecta Luna Selenia que brillaba con aura de una Estrella que con palabras de amor, pasión y razón en todo mi hechizo de poesía aunque estaba acusado de delirante mis versos eran sinceros y pensantes e impregnaron Inmaculadamente en la casa de los dementes al esterlino argento vientre de la sagrada Luna perfecta que es sagrada Estrella que se volvió Partenogeneratriz su sagrado y bendito vientre de toda una Partenomatriz Ella es el Cáliz de Sacra Vida Ella es el Arca Sagrada de la Vida de una Nueva Alianza de Reconciliación de Ciencia, Religión y Parapsicología en los versos de mi Hechicería, sembrando el pilar de la estabilidad, el pilar de la estabilidad de los treinta y tres linteles, y que los sepan sólo los mejores seres, con las palabras mágicas que "Siempre es estable el Carro del Sol si no lo conduce Faetón", Ella es la más aclamada por todos los Infinitos Universos y es la Andrómeda esperada es la Constelación Virgo encarnada siendo madre y virgen inmaculada para probar que la mujer sagrada es la igual del hombre sagrado en lo que a santidad se refiere y que lo sepan todos seres Ella es la física y metafísica evidencia de que es posible el Hijo de la Luz, la plenitud, el Hombre del Destino que sí Vino, hijo de la Fuerza Vital de un Arcángel de la unión del Cielo y la Tierra de una Cruz en la Apoteosis del Ser y de cómo el poder de Consciencia del Amor impulsado por la Verdad hace una Fuerza Vital y trae una Navidad es templado y atemperado cuando se une Concordia con el Agua del Azogue Alquímico con el Agua de Fuego Sulfurosa en Unión de Cielo y Tierra del Sol y la Luna cuando el aire inventa versos secundados por todos los Universos para sembrar la semilla de Fe y Concordia disolviendo las discordias sembrando en la Tierra, la Semilla, la Piedra Filosofal de que el Amor Verdadero triunfará pues, la Piedra Filosofal es el Amor Verdadero y Sagrado aunque lo nieguen los profanos pero sin que su familia supiera la Verdad Sagrada y no lo hizo por el bien de sus padres y sino por sus profanos hermanos él tuvo que imponerse como Trueno y aprender a escuchar ruegos relampagueó muchas Centellas en el bien del Arcoíris y la Estrella diciendo que el rayo o Centella es sólo Lámparas de la Lluvia para que haya habichuelas o alubias con la Prosperidad de la Vida y su alma se va en huida en la búsqueda de su Luna Selenia al esparcir sus versos que suenen como a Truenos reaprendiendo a oír ruegos y sigue en desamor por su Luna en una gran pena como ninguna que se volvió lejana Estrella y parió sacramente al Nuevo Sol y resurgió como la Centella tratando de retornar a Ella él fue el Mago que le mostró el Eclipse imPosible a su Doncella y su canto lobuno de Liceo Selenio porque él es el Señor de su Luna a la que con ansias le aúlla el poder retornar a Ella y verla como radiante Estrella y como Ella no hay ninguna y en mi angustia suertuda retornar a Ella para hacer la Gran Obra juntos como lo que ellos son, esposos de Nupcias Metafísicas y perdón de la Sacra Estrella por haberme demorado tanto entre todo y entretanto sin casi recursos y sin tener en quien confiar no es fácil al mundo cambiar a la Ciencia, Religión y Parapsicología a las tres poder reconciliar en el verso de hechicería de poesía y me demoré tanto y tanto porque los nueve truenos que de sopetón me cayeron en aquella casa de los locos borraron tu nombre de mi mente y por ello seguí fingiendo ser demente... Leyenda del 28 de abril de 1908 quien profanó lo que entienda que lo que cuenta una Leyenda que un poeta sabio Hechicero que era Sol o Lucero en el tenebroso principio del vigecimonómico siglo en que la profanadora Ciencia se quedó toda sin Consciencia y acusó a todo Iluminado a alguna etiqueta de locura en la que redujo sólo a lo humano a que es sólo es una máquina orgánica o para que su fuerza sea simpática redujo a todo lo humano a que sólo es un animal con pensamientos sin ninguna manifestación espiritual por el miedo, o por el temor de la ciencia con sus armas se apropió de que dictan la Verdad al igual que lo hicieron cuando se volvieron soberbios los del Clero y se impuso la dominación por la Ciencia al reducir todo lo humano a sólo una máquina sexual a sólo una máquina animal que desembocaría luego en las dos abominables científicas y terroríficas, las dos guerras mundiales, y ese Mago Poeta insistía a la Sagrada enfermera que lo atendía, ese Poeta Mago Hechicero, que brilló y la preñó con su Luz de Lucero, le dijo que no creas que estoy loco pues de poetas, músicos y locos todos un poco, le dijo a la Sagrada Luna Selenia que era más bella que Laura o Sofía le dijo en los versos de su Poesía que él era un Sol y que con sus rayos, que con sus rayos la estaba impregnado sin tocarla, sin moverse, quieto, sólo le recitó versos de penetración de Luz, ella, incrédula, con brillo de Estrella, fue la Luna Selenia del Sol, entre el 25 y 28 de abril del 1908, él le dijo que él era los siete duendes, él le dijo que él era los Siete Arcángeles de la semana, con Ocho Rayos de la Octava Clave, que la Inmaculada Concepción no era dogma, que era un hecho científico, que era un hecho real, que el hijo de la luna era el nuevo sol, y que la luna era la que tenía el poder de hacerlo nacer, y que él era el sol que le daba la luz a la luna, y que la luna era la que le daba la vida al sol, y que eran uno solo, y que eran dos, y que eran tres, y que eran cuatro, y que eran cinco, y que eran seis, y que eran siete, y que eran ocho, y que eran nueve, y que eran diez, y que eran once, y que eran doce, y que eran trece, y que eran catorce, y que eran quince, y que eran dieciséis, y que eran diecisiete, y que eran dieciocho, y que eran diecinueve, y que eran veinte, y que eran veintiuno, y que eran veintidós, y que eran veintitrés, y que eran veinticuatro, y que eran veinticinco, y que eran veintiséis, y que eran veintisiete, y que eran veintiocho, y que eran veintinueve, y que eran treinta, y que eran treinta y uno, y que eran treinta y dos, y que eran treinta y tres, y que eran treinta y cuatro, y que eran treinta y cinco, y que eran treinta y seis, y que eran treinta y siete, y que eran treinta y ocho, y que eran treinta y nueve, y que eran cuarenta, y que eran cuarenta y uno, y que eran cuarenta y dos, y que eran cuarenta y tres, y que eran cuarenta y cuatro, y que eran cuarenta y cinco, y que eran cuarenta y seis, y que eran cuarenta y siete, y que eran cuarenta y ocho, y que eran cuarenta y nueve, y que eran cincuenta, y que eran cincuenta y uno, y que eran cincuenta y dos, y que eran cincuenta y tres, y que eran cincuenta y cuatro, y que eran cincuenta y cinco, y que eran cincuenta y seis, y que eran cincuenta y siete, y que eran cincuenta y ocho, y que eran cincuenta y nueve, y que eran sesenta, y que eran sesenta y uno, y que eran sesenta y dos, y que eran sesenta y tres, y que eran sesenta y cuatro, y que eran sesenta y cinco, y que eran sesenta y seis, y que eran sesenta y siete, y que eran sesenta y ocho, y que eran sesenta y nueve, y que eran setenta, y que eran setenta y uno, y que eran setenta y dos, y que eran setenta y tres, y que eran setenta y cuatro, y que eran setenta y cinco, y que eran setenta y seis, y que eran setenta y siete, y que eran setenta y ocho, y que eran setenta y nueve, y que eran ochenta, y que eran ochenta y… … …

 

 

Y entonces, el eco de las palabras de Fridoñati se desvaneció, dejando un silencio cargado de misterio. La profecía de la Octava Clave, un enigma sin resolver, resonaba en el aire, como un eco de un futuro incierto. ¿Nacerá el nuevo sol de la luna inmaculada? ¿Resucitará el mago para reclamar su legado? Las preguntas se entrelazaban como sombras en la penumbra, dejando al lector suspendido en un limbo de incertidumbre, donde la verdad y la locura se fundían en un abrazo eterno.

 

Las arcas susurraban secretos olvidados, ecos de soles y lunas danzando en un cielo sin tiempo. La llama violeta, un destello en la oscuridad, prometía un nuevo amanecer, o quizás, una noche eterna. Los cuervos, con sus ojos de obsidiana, observaban desde las sombras, esperando el momento en que la semilla germinara, o se convirtiera en polvo. Y en el silencio, una pregunta persistía: ¿qué verdad se oculta tras el velo de la locura, qué milagro aguarda en el laberinto de los sueños?

 

Los cuervos, sombras de la duda, picotearon las semillas de la esperanza, pero no todas sucumbieron a su voracidad. Una, diminuta y tenaz, se aferró a la tierra, a la luz tenue que se filtraba entre las nubes. Y creció, un brote verde esmeralda que desafió la oscuridad, un susurro de vida en el silencio sepulcral. ¿Qué flor emergerá de este brote solitario? ¿Qué fruto madurará bajo la mirada atenta de la luna? El misterio persiste, un enigma envuelto en pétalos y espinas, una promesa de renovación que flota en el aire, como un eco de un milagro por venir.

 

Y así, la leyenda se desvaneció, no en un estallido de gloria, sino en el suave murmullo de un eco eterno. Las palabras, como semillas esparcidas por el viento, encontraron refugio en los surcos del alma, donde germinaron en silencio. Los cuervos, guardianes de secretos olvidados, alzaron el vuelo, dejando tras de sí un rastro de plumas negras y una pregunta suspendida en el aire: ¿qué verdad se esconde en el laberinto de la memoria, qué milagro aguarda en el corazón de la leyenda? La respuesta, quizás, no se encuentre en las páginas de un libro, sino en la resonancia del alma, en el eco de un sueño que nunca muere.

 

Recordé lo que Saturno dijo: "Ella se volvió la Luna, y la criatura un nuevo Sol, toma esta sortija de plata de la luna, y esta sortija de electro de oro y plata, y cuando lo encuentres, tal vez ella se reencuentre con él." Tomé la sortija de plata de la Luna y la sortija de electro de plata y oro, las coloqué dentro del cáliz roto, buscando un emblema de la Luna que me guiara, y otro del Sol para juntar las sortijas.

 

Saturno se me apareció de nuevo, cuando no lograba entender qué hacer con las sortijas. Me dijo que el Sol y la Luna, después de que el Poeta y Artífice Creador, el Dios que soñó todo lo que existe, creó todo con su palabra creadora, con la verdad y concordia de su corazón y su lengua de leyes de armonía, nadie sabe cuándo ocurrió ese magnífico día, ni en qué lugar del cosmos. Las revelaciones, siempre extrañas, dejan en la maraña de nuestras mentes dispersas un escriba que solo las escribió a otros en su contexto cultural. Esas revelaciones, encontradas en textos místicos de diferentes contextos y culturas, hacen pensar en una Mente Colectiva, contando más o menos lo mismo, solo con diferentes nombres. Se sabe que un sacerdote egipcio tuvo esta revelación cuando se fundó Menfis, hace cinco mil años, que se casaron en el Mar Primordial de Salacia, el reflejo del Sol en el horizonte entre luces y sombras, sobre las aguas de Salacia, y el reflejo de la Luna, conjugándose con el del Sol, hizo brotar toda la vida en Salacia, y la Luna se volvió Selenia Inmaculada Preñada.

Le pregunto a Saturno de dónde conoce esa leyenda. Me responde que de los templos de Menfis, Egipto, la Luna se hizo Inmaculada Sagrada Estrella y parió toda la vida que camina en la Tierra. Le pregunto cómo se fastidió todo. Me dice que los descendientes del Sol y la Selenia quisieron ser los dueños de todo, y rompieron todas las reglas. Todas las mitologías hablan de esas soberbias y desobediencias. Le pregunto cómo sabe eso. Me responde que él fue soberbio, queriendo tener el poder. Su hermano mayor, Titán, le otorgó el poder para no guerrear, pero le sentenció a no tener hijos, pues hijo fuiste, padre serás. Él usurpó el poder a su padre, y su hermano Titán, que tenía el apoyo de todos, fácilmente le hubiera quitado el poder, pero solo lo sentenció.

 

Saturno me cuenta que él, como gran serpiente del tiempo, se lo tragaba todo, hasta sus hijos. Su esposa, la titánide Rea Opis, como toda madre, intentó proteger a sus hijos de su insaciable poder. Lo engañó, pues el gran poder femenino es su delicadeza, sutileza y astucia, y actuar cuando menos te lo esperas. Todos sus hijos, Neptuno, Hades y Júpiter, lograron salir de él por la astucia de su madre. Ellos, unos duendes comparados con su enormidad, lo derrotaron, como mangostas que vencen serpientes y leones. Se cumplió la sentencia de su hermano Titán, y cayó del cielo, convirtiéndose en el que cobra las cuentas de plomo, recoge el buen trigo y desyerba la cizaña.

 

Le pregunto a Saturno qué hago con las sortijas para que se encuentren el Sol y la Luna. Me dice que tome agua y sal, recuerde la leyenda del Sol y la Luna, y con las aguas de los mares de Salacia, reconstruya la leyenda, y tal vez veré todo lo que pueda imaginar. Vierto agua con sal en el cáliz, creando los mares de Salacia. Coloco la sortija de plata de la Luna en la solución salina, y veo cómo los rayos del Sol hacen brillar la sortija de oro que tenía el esqueleto en su mano derecha. Tomo la sortija de oro y la coloco en el cáliz.

Me digo que he reunido al Sol y a la Luna con Salacia. Un rayo de sol ilumina el cáliz, y las sortijas se amalgaman, efervesciendo en chispas como una estrella. Una luz cegadora me deslumbra, y todo comienza a oler a rosas. Camino hacia atrás y tropiezo, cayendo sobre el arca esmaltada de oro, que se rompe. La daga resplandece en el piso, y encuentro un libro titulado "Libro de la Noche esperando la Luz entre las tinieblas de la Luna y las Estrellas para Merecer el Amanecer."

 

Abro sus páginas y leo: "El Arcángel de la Luna y el Arcángel del Amor, cuando conoció a su Selenia, le llenó el Cáliz de Vida, sin botella ni vino, a la Inmaculada Estrella que parió a la Piedra Filosofal. Le llenó el Arca de Oro, sin tocarla ni abrirla, sin llave ni oro. Regresó a las Colinas de Sombras, a resucitar sin Isis ni Anubis. Recordó que para la restauración hay que mantenerse limpio de cuerpo, alma y corazón. La salvación del alma esparce la simiente de la Palabra de Vida y Concordia, luchando contra minotauros, discordia, serpientes, alimañas, gigantes y titanes. Con el miedo de Elías y el sufrimiento de Jeremías, los errores de Moisés y David, y la culpa de Judas Iscariote, quiso morir como los mártires, con vino envenenado y consagrado, resucitando para probar su cordura y buscar a su Luna Selenia, a la Inmaculada Selenia que, siendo Sol, le llenó el Cáliz de Vida, a la Inmaculada Estrella que parió a la Piedra Filosofal. Aceptó ser la justicia, sumo sacerdote de su boda metafísica con la Luna, ermitaño loco que con la fuerza de su amor la impregnó. Tuvo que decidir entre ángel y demonio, recordando su templación en la torre. Busca a su Luna y Estrella, comandando a la Centella a que llueva concordia, para volver a ver a su Estrella Luna Selenia y al Hijo de Él y Ella, el Kael, hijo de la fuerza vital del Gabriel que fecundó a la Inmaculada. Regresó a las Colinas de Sombras, viendo destellos de luz entre las sombras, resucitando por la esperanza de volver a ver a su Luna Selenia. Vio la concordia lloviendo, y ordenó que lloviera más, viendo la restauración de su familia terrenal y la esperanza de ser su faro, el poeta y artífice que siempre ha querido ser, para volver a los brazos de Luna, porque no quiere morir sin besarla y conjugar sus almas."

 

Desperté en una ambulancia, rumbo a emergencias. Me encontraron desmayado frente al Castillo San Felipe del Morro, con la azúcar baja y deshidratado. Les pregunté si tenía un libro gris oscuro, titulado "Libro de la Noche esperando la Luz entre las tinieblas de la Luna y las Estrellas para Merecer el Amanecer." Me dijeron que no, solo un cofre roto y unos pergaminos. 

Tomé los pergaminos y leí la bella poesía de hechicería:

"28 de abril de 1908. 'De músicos, poetas y locos, todos tenemos un poco.' Un loco iluminado, atado de manos, acusado de delirios místicos, el poeta Fridoñanti Josué Paella Ruiz, en la Antigua Casa Sanatorio de Locos, decía que su poesía era su laboratorio alquimista. Desde 1901, lo intentaban tratar por delirios mesiánicos. La enfermera Josuamairis Gunsálvelez Garza, noble y sagrada luna Selenia, bella, de corazón de compasión, brillaba con aura de estrella, llena de concordia y sabiduría, como la Luna y Sofía, tan santa como Isis y la Virgen María.

 

El poeta le dijo: 'Yo soy el Sol, y Tú eres la Luna Selenia. Brillo más alto que el color de Ra, y tu brillo de estrella y voz de soprano me hacen brillar doscientas cincuenta y seis octavas más altas que la nota Re. Con la fuerza de mi amor verdadero, mis rayos entran en tu vientre de Estrella, y serás la Octava Mayor, concibiendo inmaculadamente al Nuevo Sol, y por nueve lunas la Palabra crecerá Viva en tu Vientre.' Lo repitió doce veces. La Dra. Alejandra de la Vega, psiquiatra, le dijo a Josuamairis que no le prestara atención, que su apariencia caucásica mediterránea, cabellos negros, ojos oscuros y piel bronce, con cara de bello faraón, y su bella voz masculina paternal, la hacían prestarle atención.

 

Durante tres días, repitió la letanía, tal vez ciento cuarenta y cuatro veces. El 28 de abril de 1908, con Mercurio dominando a Tauro, Josuamairis le dijo que estaba embarazada y nunca había sido tocada por un hombre. El poeta le dijo que nadie les…

 

 

No escuches voces, son solo un fluir, palabras, hechos, un eterno vaivén, secreto o claro, un oculto sentir, verdades de hadas, que al alma sostienen. Mitologías, misterios, su vivir, religiones, arquetipos, también. Magia, ciencia, psicología, al fin, un juego de versos, que el alma retienen. Poesía, un eco, que el pecho ha de oír, el corazón descifra, su edén. La verdad, media luna, su existir, la locura, un saber, que en sueños se obtiene.

 

 

el sabio cura don Juanito Martino Ornato preservó todos estos documentos, los escaneó y los envió en un email doble a Roma al Papa don Franco I y otro a la Diócesis de Abacoa, al Obispo Monseñor don Danilo Alfonso Sapienzo, diócesis  a la cual pertenece su Parroquia del Barrio Patella del Ermitaño del Municipio de la Palmera Espinosa de la Islita de San Juan Evangelista, las autoridades eclesiásticas guardaron los documentos para investigar si son auténticos porque había un gran número de católicos laicos que sí creía en esas leyendas...  ...y los resultados de su investigación dijeron, sólo serán para pulir y re-atemperar las sagradas doctrinas de la Santa Madre Iglesia…

Así contó esta Leyenda,

que cuando la vi en mis ensoñaciones

de cuando le canto a la Luna,

la vi con una luz de inspiraciones,

y sentí que los rayos de la luna

eran los que me dictaron esta Leyenda,

como si yo hubiese vencido a Fóbetor,

y como si los mismos Fántaso y Morfeo,

me lo hubiesen dictado en Sueños.

 

 

Fernando José Padilla


 

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