Luminarias
Luminarias
En el vasto universo, el sol y la luna eran inseparables. El sol, con su resplandor dorado, iluminaba el día, mientras que la luna, con su suave luz plateada, iluminaba la noche. Juntos, creaban un equilibrio perfecto, un ciclo eterno de luz y oscuridad.
Un día, una nube oscura se interpuso entre el sol y la luna, separándolos. El sol, furioso por la separación, se escondió detrás de las nubes, sumiendo al mundo en la oscuridad. La luna, triste por la ausencia del sol, lloró lágrimas de plata, convirtiéndose en un pálido reflejo de su antiguo yo.
El mundo se sumió en el caos. Las plantas se marchitaron, los animales se confundieron y los humanos se perdieron en la oscuridad. Sin la luz del sol, el mundo se volvió un lugar frío y solitario.
El sol y la luna, separados por la nube oscura, se sentían perdidos y solos. Extrañaban la compañía del otro, el calor del sol y la serenidad de la luna. Se dieron cuenta de que su separación estaba causando sufrimiento en el mundo.
Un día, una pequeña estrella se acercó al sol y le dijo: "No puedes vivir sin la luna, al igual que ella no puede vivir sin ti. Debes encontrar una manera de reconciliarte".
El sol escuchó las palabras de la estrella y reflexionó sobre sus acciones. Se dio cuenta de que su ira estaba causando más daño que bien. Decidió buscar a la luna y disculparse por su comportamiento.
La luna, al ver al sol acercándose, se secó las lágrimas y esperó con los brazos abiertos. El sol se acercó y le dijo: "Perdóname por mi comportamiento. No puedo vivir sin ti".
La luna sonrió y dijo: "Yo también te perdono. No puedo vivir sin ti".
La nube oscura se disipó, dejando paso a la luz del sol. El mundo se llenó de alegría y esperanza. El sol y la luna, unidos una vez más, continuaron su ciclo eterno, iluminando el día y la noche. Pero el abismo entre el fuego y el hielo los mantiene separados.
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